La fundación del Toro de Lidia ha elegido el dieciséis de mayo para celebrar el Día Internacional de la Tauromaquia y en Talavera de la Reina se ha recibido como cosa propia. Todos los dieciseis de mayo, corrida de toros mediante, no hay una sola plaza en el mundo en la que no se guarde un minuto de silencio por la tragedia de Talavera, la muerte en la plaza, que había inaugurado su padre, de José Gómez Gallito, "Joselito", el Príncipe de los toreros. De manera que lo que ha acordado la fundación que preside el ganadero Victorino Martín no ha hecho otra cosa que oficializar un día que en el mundo taurino se considera sagrado. Han pasado ciento dos años y nadie discute que la muerte de Joselito marcó el arte del toreo para siempre porque acabó con aquella edad de oro siempre unida a la rivalidad en la plaza de José Gómez y Juan Belmonte.

Se cuenta siempre que don Ramón del Valle Inclán, antes de la tarde fatídica de Gallito en Talavera, le dijo a Juan Belmonte que lo único que le faltaba para alcanzar la inmortalidad era morir en la plaza, a lo que el trianero le contestó con una de esas sentencias belmontianas que el tiempo y la gente ha elevado a la categoría de inmortales: "Se hará lo que se pueda, don Ramón". Luego vino el dieciseis de mayo de Talavera y en el relato de los mitos del toro ha quedado la leyenda de la nostalgia por alcanzar esa inmortalidad de Juan Belmonte que su rival había conseguido. Su pistoletazo final abrió esas y otras muchas interpretaciones del carácter de un torero que "se vestía por los pies" y afirmaba rotundo que "nadie iba a ver a Juan Belmonte arrastrando los pies por la calle de la Sierpe".

Es verdad que si Joselito le ganó en el ideal expresado por el genial don Ramón de alcanzar la inmortalidad muriendo en la plaza, como el cantante que muere dando el último do de pecho en el escenario, Juan Belmonte ha quedado muy por encima en la consideración de su figura en el mundo literario, gracias a la genial media biografía escrita por Manuel Chaves Nogales, "Juan Belmonte matador de toros". Chaves, un periodista y escritor en periódicos, no aficionado a los toros, es el autor, sin ninguna duda para mí, de la mejor biografía taurina nunca escrita. Un libro recomendable para los que les gustan los toros, pero ante todo para los que les gusta la buena literatura biográfica. El Juan Belmonte de Chaves está a la altura de cualquier biografía literaria, incluidas las de las celebrados clásicos ingleses.

En fin, uno se alegra de que, al menos un día al año desde el mundo taurino se vuelvan los ojos a Talavera y que, a pesar de los grandes enemigos con las que la Fundación del Toro de Lidia tiene que "lidiar", el toreo siga adelante. Eso y a pesar de que tampoco a la tauromaquia le faltan los enemigos de dentro, como por ejemplo aquellos del entorno empeñados en coartar la libre opinión, como si de los más fanáticos partidarios del ministro Urtasun se tratara.